Fauna y Flora

Introducción

La vegetación es el elemento biótico que mejor sintetiza todos los demás factores del ecosistema de un territorio. Constituye la fitocenosis (parte vegetal de un ecosistema), la cual establece complejas interrelaciones en el interior de la comunidad y entre ésta y el medio.

El conjunto de plantas de un territorio es lo que denominamos flora, que responderá a unas determinadas condiciones ecológicas e históricas. Así pues, la flora se distribuye por afinidades ecológicas, agrupándose las plantas en unos ecotopos determinados para formar comunidades vegetales, más o menos estables, que, repartidas sobre el territorio, matizan las peculiaridades ecológicas, climáticas y topográficas del mismo.

Esa determinada distribución de comunidades y su particular fisonomía es lo que conocemos como vegetación, que, en un sentido más amplio, da lugar al paisaje vegetal.

Se denomina vegetación a toda comunidad estable que existiría en un área determinada, adaptada a las condiciones del suelo y del clima de la misma, sin intervención del hombre que alterase el ecosistema vegetal. A esta situación de equilibrio se le denomina clímax, y si la armonización se logra respecto al clima regional se habla de vegetación climática.

Cuando algún tipo de accidente (topográfico, litológico, etc.) modifica las características de los suelos, no permitiendo el desarrollo de la vegetación climática, ésta es reemplazada por otros tipos de vegetación adaptados a esas condiciones edáficas especiales, recibiendo el nombre de comunidades permanentes: tal es el caso de las choperas, comunidades rupícolas, etc.

La vegetación juega un papel fundamental en el funcionamiento y composición del ecosistema, y constituye un elemento esencial del paisaje, de modo que no puede describirse un territorio sin contar con la parte vegetal del mismo. Sin embargo, es un elemento muy vulnerable, lo que hace que en la actualidad sea difícil encontrar buenos ejemplos de vegetación natural debido al proceso de degradación a que le ha sometido el hombre a lo largo de su historia.

La acción antropozoógena es, en consecuencia, un factor determinante en la configuración del paisaje y de lo que entendemos como vegetación actual, resultado de esa intervención humana.

Cuando por causas naturales o, más frecuentemente, debido a la acción del hombre se producen agresiones o cambios importantes en la vegetación potencial, alterando la estabilidad y condiciones ecológicas de ésta, aparecen las llamadas etapas de sustitución, formadas por comunidades secundarias.

Cuando cesa la acción agresiva, la vegetación tiene la tendencia natural a recuperarse hasta alcanzar la estabilidad propia de la vegetación climácica.

Vegetación antropozoógena

En función de estos procesos de sucesión, que a su vez puede ser progresiva o regresiva, se habla del dinamismo de la vegetación en el tiempo, aspecto éste de gran importancia para la comprensión de! paisaje vegetal.

Cada tipo de vegetación potencial posee su propia secuencia de comunidades de sustitución. Teniendo en cuenta el fenómeno de la sucesión, el concepto de serie de vegetación se define como una unidad geobotánica que trata de expresar todo el conjunto de comunidades vegetales que pueden hallarse en unos espacios afines como resultado del proceso de sucesión, incluyendo tanto los tipos de vegetación representativos de la etapa madura como las comunidades subseriales que la reemplazan.
Con esto se pretende definir y sistematizar el paisaje vegetal estudiando las comunidades vegetales relacionadas dinámicamente entre sí por un mismo proceso de sucesión.

Para ello se fundamenta en el estudio previo de las asociaciones, unidad básica de la fitosociología clásica definida por 5. Rivas Martinez (1987) como «un tipo de comunidad vegetal que posee unas peculiares cualidades florísticas, ecológicas, biogeográficas, dinámicas e históricas».

Con un planteamiento que pretende ser global e integrador abordamos el estudio del paisaje vegetal de Molinos. La cartografía de la vegetación que acompaña al texto ha sido elaborada a partir de fotointerpretación, corregida y completada en el trabajo de campo con la realización de una red de transectos que ha cubierto sistemáticamente todo el término municipal.

Queremos agradecer muy sinceramente la colaboración en dicho trabajo de campo de José Luis Lagares Latorre, naturalista y buen conocedor de este territorio, así como sus valiosas observaciones sobre el tema que nos ocupa.

Diversificación

La diversidad del paisaje vegetal de Molinos se debe, al igual que ocurre en otros territorios, a la variedad de medios y condiciones naturales e históricas en que se desarrollan las plantas.

Entre los «factores ambientales» que inciden sobre la vegetación podemos destacar los de índole climática, edáfica y topográfica, teniendo en cuenta que no actóan de manera aislada sino simultánea y estrechamente interrelacionados entre sí.

El clima(luz, temperatura, precipitaciones, vientos,…) es un factor determinante en la distribución de la vegetación. Las condiciones climáticas de Molinos son, en términos generales, mediterráneas (aunque con ciertos rasgos de continentalidad), lo que confiere este mismo carácter a las fitocenosis que más adelante describiremos.

La mediterraneidad de la flora se manifiesta en una serie de adaptaciones fisiológicas que presentan buena parte de las especies más representativas. Así, la vegetación potencial climatófila de la mayor parte del territorio corresponde al bosque mediterráneoesclerófilo de encina carrasca (Quercus ilex ssp. rotundifolia = Q. rotundifoha), bien adaptado a la sequía estival y capaz de soportar una elevada amplitud térmica.

En este bosque planifolio y perennifolio dominan las especies con hojas más bien pequeñas, endurecidas y coriáceas, rasgos anatómicos que indican un claro xeromorfismo tendente a evitar un gasto excesivo de agua durante el seco periodo estival, reduciendo al mínimo la evapotranspiración cuando ésta escasea.

La carrasca, además, se protege con una densa borra en el envés de las hojas y una capa de prima en el haz, lo que le da ese aspecto polvoriento típico. Junto a la esclerofilia, su carácter perennifolio le permite mantener una actividad vital casi ininterrumpida durante todo el año, aprovechando al máximo las posibilidades de la primavera y otoño.

En definitiva, se trata de una estrategia para soportar las limitaciones bioclimáticas propias del ambiente mediterráneo: sequía de verano, irregularidad de las precipitaciones, riesgos de heladas, etc., aunque eso sí, a costa de un crecimiento lento y escasa producción de madera, que es dura y pesada.

La topografía introduce unas modificaciones en el paisaje vegetal como consecuencia de las variaciones climáticas que provoca. El efecto más conocido es la disminución de la temperatura con la altura (aproximadamente 5,5 °C por cada 1.000 metros).

Aplicando este parámetro al término de Molinos, puede calcularse en aproximadamente 3,3 oc la diferencia entre las temperaturas medias anuales de las cotas más alta y más baja de su territorio. Hay que tener en cuenta que este descenso de la temperatura con la altitud es el origen de los pisos de vegetación, es decir, de la zonación altitudinal o cliserie.

Por otro lado, el efecto orográfico conlleva un incremento de las precipitaciones, aunque a la escala de este estudio esto no sea relevante.

Otro efecto topoclimático, debido a la existencia de un relieve variado y accidentado, viene dado por las diferencias de exposición u orientación. Los contrastes entre umbría y solana son acusados en un área mediterránea como ésta: la fuerte insolación diurna proporciona un ambiente más cálido, seco y continentalizado en los solanares, donde se ubica la vegetación más termófila, frente a las localizaciones de umbría, con menos contrastes térmicos y más frescas, en las que se refugia la vegetación más mesófila, como más adelante veremos.

En relación con este aspecto, conviene recordar que este mismo esquema topoclimático se repite en cuanto a la distribución de los suelos (más desarrollados y húmedos en zonas de umbría que en las solanas), lo que también incide notoriamente en la distribución de la vegetación. Por otro lado, en las zonas altas de páramos, más o menos llanas, la acción del viento, unido a una elevada insolación, provoca un fuerte efecto desecante, incrementado por la existencia de una vegetación escasa.

Finalmente no podemos dejar de mencionar cómo el valle del río Guadalopillo constituye un importante vector de penetración por el norte de las especies mesomediterráneas más termófilas, como más adelante comprobaremos.

La naturaleza del suelo es otro factor ecológico que influye decisivamente en el tipo de vegetación que le ha de colonizar. A su vez depende fundamentalmente de la roca madre y del clima.

En el área de Molinos la litología es, en general, calcárea (calizas jurásicas y cretácicas y conglomerados terciarios), lo que, unido a un clima seco, propicia unos suelos básicos de carácter calcimorfo que sustentan una vegetación calcícola.

Suelo erosionado

En este punto es necesario señalar el predominio de litosuelos expuestos a un alto grado de erosión, muy activa en vertientes de pronunciada pendiente y con escasa vegetación. Los mejores suelos para el cultivo han sido tradicionalmente los de vega y aquellos formados sobre las arcillas de descalcificación que aparecen en algunas vales.

Asimismo se encuentran bien desarrollados sobre las arenas albienses, especialmente en orientación de umbría, donde hallamos algunas de las formaciones boscosas mejor conformadas.

Mención especial merece la vegetación edafófila, es decir, aquella que se instala en función de la existencia de unas particulares condiciones en el suelo: en su momento comentaremos la vegetación rupícola, instalada sobre roquedos, y la vegetación riparia, que ocupa la ribera del Guadalopillo y sus afluentes, así como otros pequeños cauces de agua.

Además de los mencionados factores ambientales, hay que tener en cuenta la acción antropozoógena, ya que el hombre y los animales han influido decisivamente en la cubierta vegetal.

 

En el área de estudio la influencia del hombre sobre la vegetación ha sido enormemente destructiva y se ha manifestado como un agente transformador de primer orden. La presencia humana en la zona de Molinos se confirma ya desde la prehistoria, según lo atestiguan los numerosos yacimientos arqueológicos hallados.

En este punto es necesario señalar el predominio de litosuelos expuestos a un alto grado de erosión, muy activa en vertientes de pronunciada pendiente y con escasa vegetación. Los mejores suelos para el cultivo han sido tradicionalmente los de vega y aquellos formados sobre las arcillas de descalcificación que aparecen en algunas vales.

Asimismo se encuentran bien desarrollados sobre las arenas albienses, especialmente en orientación de umbría, donde hallamos algunas de las formaciones boscosas mejor conformadas.

Mención especial merece la vegetación edafófila, es decir, aquella que se instala en función de la existencia de unas particulares condiciones en el suelo: en su momento comentaremos la vegetación rupícola, instalada sobre roquedos, y la vegetación riparia, que ocupa la ribera del Guadalopillo y sus afluentes, así como otros pequeños cauces de agua.

 Además de los mencionados factores ambientales, hay que tener en cuenta la acción antropozoógena, ya que el hombre y los animales han influido decisivamente en la cubierta vegetal. En el área de estudio la influencia del hombre sobre la vegetación ha sido enormemente destructiva y se ha manifestado como un agente transformador de primer orden. La presencia humana en la zona de Molinos se confirma ya desde la prehistoria, según lo atestiguan los numerosos yacimientos arqueológicos hallados.

Posiblemente el proceso de deforestación de los bosques primitivos comienza ya en la Edad del Hierro, momento en que se estima una importante densidad de poblamiento y cierta actividad minera. El proceso deforestador prosiguió a lo largo de la historia con roturaciones e incendios provocados para obtener tierras de cultivo, con la consiguiente introducción de nuevas plantas, especialmente frutales, y para conseguir pastos, ya que en este área la ganadería extensiva ha sido una actividad permanente, llegando a generar en algunos casos fuertes impactos por sobrepastoreo.

En definitiva, la presión antrópica sobre esta vegetación mediterránea de elevada fragilidad ha supuesto la transformación y degradación del paisaje vegetal originario, y aún hoy el hombre sigue siendo el mayor transformador de la vegetación.

Pisos bioclimáticos

En lo que antecede hemos resaltado ya la estrecha relación existente entre el clima y la vegetación. Es la Bioclimatología la ciencia ecológica que trata de poner de manifiesto la relación existente entre lo biológico y lo climatológico. En efecto, las variaciones de la temperatura (termoclimáticas) y de las precipitaciones (ombroclimáticas) con la altitud provocan ciertos cambios en los ecosistemas vegetales (zonación altitudinal), presentando evidentes correlaciones con determinados intervalos climáticos.

Estas relaciones son las que han permitido definir los llamados pisos bioclimáticos, entendiendo por tales cada uno de los espacios termoclimáticos que se suceden en una cliserie o zonación altitudinal. En un mismo piso bioclimático se pueden apreciar formaciones vegetales diferentes como consecuencia de variantes ombroclimáticas.

Cada región tiene sus pisos bioclimáticos propios con unos intervalos de valores específicos, que a su vez pueden subdividirse en horizontes o niveles que matizan los límites de distribución de algunas especies vegetales. Rivas Martinez (1987) reconoce para la Región Mediterránea los pisos inframediterráneo (no existente en la Península Ibérica), termomediterráneo, mesomediterráneo, supramediterráneo, oromediterráneo y crioromediterráneo.

En el área de Molinos se encuentran representados los pisos Mesomediterráneo, definido por una temperatura media anual (T) entre 13 y 17 °C , una media de las mínimas del mes más frío (m) entre -1 y 5 °C, y una media de las máximas del mes más frío (M) entre 8 y 14 °C, y el Supramediterráneo, definido por una «T» entre 8 y 13 °C, una «m» entre -4 y -1 °C, y una «M» entre 3 y 8 °C.

 

En realidad nuestra zona de estudio se encuadra en una ancha franja de ecotonía entre ambos pisos, lo que le confiere un especial interés geobotánico. Aunque no siempre es fácil diferenciarlos sobre el terreno, podemos distinguir un piso mesomediterráneo superior, entre los 700 y 1.000 m. de altitud, que ocupa los valles del Guadalopillo y barrancos afluentes, pudiendo incluirse asimismo las parameras de la mitad septentrional del término, y otro supramediterráneo inferior, aproximadamente entre los 1.100 y 1.300 m., que se extiende por las parameras meridionales y áreas más elevadas del territorio de Molinos.

Pisos bioclimáticos

Más adelante comentamos las principales especies bioindicadoras de cada uno de estos pisos bioclimáticos. Desde el punto de vista agroclimático se constata también una cesura en algunos cultivos tan significativos como es el olivo, ubicado en las partes más bajas y térmicas del municipio; esta oleácea encuentra aquí su límite ecológico en altitud, lo que redunda en la incertidumbre y escasez manifiesta de las cosechas. Algo parecido ocurre con el cultivo del almendro.

Aunque no disponemos de información meteorológica directa para Molinos, extrapolando los datos recogidos en los observatorios más próximos (Mas de las Matas, Calanda, Aliaga) obtenemos una precipitación media anual para la zona de estudio que oscila entre 400 y 500 mm., lo que corresponde a un ombroclima seco. A la escasez de precipitaciones, que siguen un régimen equinoccial con un acusado mínimo estival, se le suman dos características típicamente mediterráneas que constituyen dos importantes condicionantes biológicos: la irregularidad interanual y la torrencialidad de las lluvias.

Series de vegetación

Aunque la mayor parte del término de Molinos pertenece al dominio climácico del carrascal montano, desde el punto de vista sinfitosociológico podemos diferenciar varias series climatófilas siguiendo la sistematización de Rivas Martinez (1987). Esto nos permitirá describir los complejos de comunidades que definen este paisaje vegetal, tomando en consideración algunos caracteres de tipo ecológico y geográfico, y atendiendo a los aspectos dinámicos y.a la potencialidad de la vegetación.

La serie mesomediterránea castellano-aragonesa seca basófila de la encina, (Bupleuro rigidi- Que rceto rotundifoliae sigmetum), se encuentra bien representada en las laderas del valle del Guadalopillo y sus barrancos afluentes, así como en las parameras por debajo de los 1 .000 metros de altitud aproximadamente. No obstante, como toda la vegetación potencial de un medio tan antropomorfizado como éste, se halla profundamente degradada. Como indica la frase diagnóstica que la define, corresponde a un ambiente mesomediterráneo con ombroclima seco y suelos generalmente ricos en carbonato cálcico.

Vegetación carrascal

La etapa madura de la serie está representada por el carrascal, donde Quercus rotundUblia preside el dosel arbóreo, con un sotohosque bastante escaso y un estrato herbáceo más bien pobre. Debido a las condiciones termoclimáticas que impone la altitud, que se traducen en una amplitud térmica de cierta importancia, se ha producido un significativo empobrecimiento de las especies más termófilas propias del bosque esclerófilo mediterráneo: ejemplo significativo es el lentisco (Pistacea lentiscus), que ya no llega hasta el territorio de nuestro área de estudio y, sin embargo, sí lo encontramos a pocos kilómetros, aguas abajo del valle del Guadalope, en el horizonte inferior y medio del piso mesomediterráneo.

No obstante, sí están bien representados otros arbustos esclerófilos del sotobosque, como Quercus coccifera y Rhamnus alaternus, constituyendo los coscojares del Rhamno-cocctferetum la primera etapa de degradación tras la total o parcial desaparición de la carrasca.

Las plantas heliófilas y poco exigentes (Rubia peregrina, Teucrium chamaedrys, Carex hallerana, etc.) son las más frecuentes en este carrascal, dado que se trata de formaciones de estructura muy abierta (fundamentalmente debido a la acción agresiva del hombre).

El matorral heliófilo se encuentra dominado en nuestra área de estudio por el romero (Rosmarinus officinalis), aunque en ocasiones es sustituido por lastonar-aliagares, como más adelante veremos. Las fases de mayor degradación corresponden siempre a tomillares. La etapa de sustitución de pinares también la tenemos bien representada por algunas formaciones de pino carrasco (Pinus halepensis), tanto naturales como de repoblación.

La serie supramediterránea castellano-maestrazgo-manchega basófila de la encina (Junipero thuriferae-Querceto rotund~foliae sigmetum) sustituye a la anterior en altitud, lo que viene motivado por un cambio en las condiciones bioclimáticas. Efectivamente, es en localizaciones de paramera, por encima de 1.000-1.100 metros de altitud, al sur del término municipal, donde encontramos esta serie, por lo general en etapas muy degradadas, al igual que sucedía en el caso anterior. Sobre sustratos calcáreos y suelos de escaso desarrollo, el clima se ha endurecido (supramediterráneo inferior) incrementándose la continentalidad en un ambiente de notable xericidad.

Consecuentemente el cortejo florístico de este carrascal montano de matiz continental sufre un cambio muy significativo con la desaparición de los elementos termófilos propiamente mediterráneos y la aparición de especies de ambiente subrnediterráneo. Aunque el estrato arbóreo sigue estando dominado por Quercus rotundifolia en la etapa madura, han desaparecido totalmente en el sotobosque plantas tan representativas de los pisos inferiores como son la coscoja y el romero, que entre las especies más comunes se comportan como excelentes bioindicadores de esta cesura bioclimática y, en consecuencia, biocenótica.

El enebro común (Juniperus comínunis) sustituye en altitud al enebro de miera o cada (J. oxycedrus), y aparecen en el sotohosque algunos arbustos espinosos caducifolios (Rosa sp., Crataegus monogyna, etc.).

La sabina albar (Juniperus thurifera), que suele ser fiel acompañante en los carrascales continentales secos del piso supramediterráneo, es difícil de encontrar en las parameras de nuestro área de estudio, posiblemente debido a antiguas talas y a que su regeneración es inés difícil que la de la carrasca. En las etapas de matorral heliófilo, el romeral es sustituido catenalmente por espliegares, salviares y formaciones de caméfitos pulviniformes (SaturejoErinaceetum), que ocupan el área más extensa de este dominio.

Como un estadio más avanzado de degradación se observan los pastizales vivaces de PhlomidoBrachypodietum retusi. En las etapas de sustitución el pino carrasco no puede prosperar con estas duras condiciones termoclimáticas y en su lugar aparece el pino lancio (Pinus nigra), si bien son escasos estos pinares en nuestro marco de estudio.

Aunque la mayor parte del territorio se integra en el dominio de las dos series anteriormente descritas, en algunos enclaves favorecidos con un ombroclima más húmedo y suelos profundos y frescos aparecen formaciones de caducifolios marcescentes en las que destaca el quejigo (Quercus faginea), también llamado rebollo. Se trata de formaciones que corresponden florísticamente a la serie supra-mesomediterránea catalano-maestrazgo-aragonesa basófila del quejigo (Violo- Querceto fagineae sigmetum).

En su estado óptimo corresponde a un quejigar puro, aunque en algunas ocasiones puede llevar pino laricio y, a medida que el ambiente se va haciendo más seco se mezcla con la carrasca. En el estrato arbustivo destaca la presencia del guillomo (Amelanchier ovalis), madreselvas (Lonicera etrusca) y otros propios de la característica orla espinosa de Pruno-Rubion uim(folii, con Berberis hispanica, Rosa sp., Rhamnus sp., etc.

Especie bioindicadora es el arce (Acer granatense), que lo encontramos, aunque escaso, en condiciones de suelos profundos y con cierta humedad. Una situación de mayor degradación es la que viene representada por los aliagares de Genisto-Erinaceetum, que a su vez dan paso a los pastizales vivaces de Avenulo- Brachypodie tum phoenicoidis.

Como más adelante describiremos, los enclaves de formaciones correspondientes a esta serie se encuentran ligados fundamentalmente a situaciones topoclimáticas favorables en el marco regional de un clima seco que limita notoriamente su extensión. Por ello, se puede concluir que no se encuentra bien representada esta serie, siendo más frecuentes las situaciones de transición en las que se matizan los ambientes más húmedos del territorio potencial de la carrasca.

Estas son, en definitiva, las series que en nuestra área de estudio representan la vegetación climatófila. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar la existencia de series edafófilas, entre las que destacan las geoseries riparias mediterráneas, compuestas fundamentalmente por choperas y saucedas.

Los Carrascales

Aunque el encinar-carrascal es la vegetación potencial dominante en el área de Molinos, en la actualidad la superficie ocupada por esta formación vegetal durilignosa se reduce a unos pocos enclaves, generalmente formando bosques o bosquetes más bien claros o cohabitando con pinos.

Son más frecuentes en el sector occidental del término municipal: destaca la carrasca en formaciones mixtas con pino carrasco y laricio en el Guadalopillo alto y Valdemancho, donde ocupa preferentemente las umbrías, mientras el pino es más abundante en orientaciones de solana. En áreas poco aptas para otros aprovechamientos antrópicos vegetan pequeños bosquetes como manchas residuales de lo que fué la vegetación antes de sufrir la acción perturbadora y transformadora del hombre, tal es el caso de los carrascales del barranco de Valdepuertas y de La Mezquita en el barranco de Samuel, como ejemplos significativos, a pesar de presentar una estructura muy aclarada.

Por otro lado, se encuentran con frecuencia ejemplares aislados de carrasca en diversas localizaciones del término como testigos mudos de la antigua extensión del bosque esclerófilo. Generalmente Quercus rotundifolia presenta un porte arbustivo en los bosquetes que han perdurado. Sólo ocasionalmente algunos individuos más o menos aislados al borde de huertas o en las proximidades de viviendas presentan un porte arbóreo con fustes bien desarrollados; éste es el caso también de algún sesteadero para el ganado que aprovecha la sombra del encinar hueco, como ocurre puntualmente en la umbría del barranco de Santa Lucía.

En función de la composición florística y condiciones ecológicas en que vegetan, podemos diferenciar varias tipologías de carrascal en Molinos. El que presenta un área potencial más extensa es el carrascal seco mesomediterráneo, que podemos considerar como la faciación típica del Bupleuro-Quercetum rotundifoliae.

Lo encontramos en El Cerro de Valdepuertas, Loma del Fito y en algunos rodales de Valdemancho. Aunque el estrato arbustivo es escaso en las formaciones menos degradadas, dado su mal estado de conservación en el caso que nos ocupa, se encuentran con cierta abundancia arbustos esclerófilos como la coscoja (Quercus coccifera) y el aladierno (Rhamnus alaternus), salpicando los calveros y ocupando los claros.

En los rodales más densos de estos bosquetes esclerófilos vegetan algunas especies relativamente esciófilas, y, aunque poco exigentes, indicadoras de suelo forestal no labrado jamás, como son Rubia peregrina, Viola alba, y Teucrium chamaedrys, a las que se unen en áreas de media sombra Asparagus acutifolius, Leuzea conifera y Bupleurwn rigidum, entre otras.

La introgresión de Pinus halepensis, y en mucha menor medida P. nigra y P. pinaster, en este carrascal típico deriva progresivamente hacia un empobrecimiento de las especies características y hacia una mayor implantación de estas coníferas, dando lugar a formaciones mixtas de carrascal con pinos. Junto a los pinos penetran especies de carácter heliófilo, como enebro o «ginebro» (Juniperus oxycedrus), sabina negral (Juniperus phoenicea), espino negro (Rhamnus lycioídes), aliagas y especies propias del romeral, que analizaremos más adelante.

Estos carrascales con pinos son muy frecuentes, alcanzando una extensión importante en el área de Valdemancho.

En algunas umbrías con suelos profundos y frescos de los barrancos de Santa Lucía y de Valdepuertas, así como en el mismo Guadalopillo (camino de los molinos de Ejulve), se localizan pequeños bosquetes representativos del carrascal húmedo, donde son frecuentes la hiedra (Hedera helix), madreselvas (Lonicera implexa y L. etrusca), gayuba (Arctostaphyllos uva-ursi), aladierno (Rhamnus alaternus), rubia (Rubia peregrino), así como evidentes influencias florísticas del quejigar, entre las que destacan Hellebo rus foetidus, Viola sp., Hepaticu nobilis, Viburnum lantana, Genista hispanica, Quercusfaginea, etc.

Aunque muy mal representado en nuestro área de estudio, podemos considerar un último tipo, correspondiente al carrascal seco supramediterráneocon la presencia frecuente de gayuba (Arctostaphyllos uva-ursi), tapizando los claros, y esporádicamente enebro común (Juniperus communis) y sabina negral (Junipe rus phoenicea).

Al ganar en altitud desaparecen los elementos termófilos y en su lugar se instalan especies de significación supramediterránea de Junipero-Quercetutn rotundifoliae. Los incendios y la acción deforestadora del hombre (carboneo, leñas, roturaciones arruinaron este carrascal seco, permitiendo la penetración de algunas plantas del piso inferior, como el romero, en ubicaciones favorables, y la extensión del páramo.

Comunidades vegetales

Con el término de «formación vegetal» se intenta definir toda agrupación de vegetales que presenta unos caracteres biológicos y fisonómicos análogos, así como una determinada composición florística. Es, pues, una noción esencialmente geográfica y paisajística. Por «comunidad vegetal» se entiende un conjunto de plantas que conviven en un medio definido ecológicamente, y se puede aplicar tanto a una asociación bien definida por una combinación característica de especies como a un tipo de vegetación débilmente diferenciada. Nosotros vamos a tratar de imbricar y combinar ambos conceptos para mejor describir las unidades fitocenóticas del paisaje vegetal del término de Molinos.

Los Quejigares

Los bosques caducifolios propiamente dichos no se encuentran representados en nuestro área de estudio, pero sí existen algunos bosquetes «caducifolios marcescentes» de quejigo (Quercu,s faginea), intermedios entre aquéllos y los mediterráneos perennifolios de carrascas, De hecho, es un árbol de hojas aún algo coriáceas y espinescentes en los bordes como los demás Quercus mediterráneos.

La diferencia está en que en el quejigo se secan las hojas en invierno y las mantiene sin desprenderse de ellas hasta la primavera, cuando saldrán las nuevas, lo que le confiere ese carácter semicaducifolio.

En nuestra área de estudio ocupa localizaciones topoclimáticas de umbría y suelos profundos y frescos, como ya indicamos al describir la serie correspondiente al Violo-Quercetoftigineae sigrnetum. Ubicados en el área de ecotonía entre el meso y supramediterráneo, aprovechan el microclirna de umbría, al pie de cantiles rocosos, y los aportes hídricos añadidos que obtienen por escorrentía superficial.

Quejigares

Este es el caso de la masa más extensa de quejigar, situada en la umbría del Barranco de Santa Lucía, si bien se halla degradado y empobrecido en especies típicas. En el estrato arbustivo aparece con frecuencia el guillomo (Amelanchier ovalis), así como Helleborus foetidus, Rubus ulmifolius, Rosa sp.,Sorbus domestica, Prunus spinosa, Arctostaphyllos uva-ursi, Vihurnum lantana, e incluso alguna peonia (Paeonia officinalis) en ubicaciones de suelo forestal fresco.

En los pastizales vivaces de gramineas aparece Brachvpodium phoenicoides, de alto interés ganadero, acompañado en suelos algo húmedos y sombreados por Festuca sp., Knautia purpurea, Hepatica nobilis, Cephalanthera rubra, Campanula sp. y otras más. No obstante, siguen vegetando especies del carrascal, incluyendo el propio Quercus rotundUblia. Otra localización puntual, al lado mismo de la carretera, con presencia de buenos ejemplares de quejigo que aprovechan la humedad edáfica local es el propio barranco de Azeón, ya en las proximidades de su desembocadura en el Guadalopillo.

Un ambiente topoclimático especial es el de las gargantas calizas húmedas originadas por el eneajamiento de la red fluvial. Las angosturas de los barrancos provocan un efecto microclimático consistente en una reducción de la amplitud térmica y un incremento de la humedad ambiental por la existencia misma del curso de agua, lo que contrasta notoriamente con el ambiente contiguo de la paramera.

Por ello, en estas localidades se desarrolla una vegetación más mesófila con introducción de muchas especies del quejigar, tales como Ononis aragonensis, JIex aquifoliuni, Cornus san guinea, Arnelanchier ovalis, Rede ro he lix, Ru bus ulmifolius, Campanula sp., etc., alternando en alguna ocasión con otras más termófilas, como Pistacea terebinthus, y con comunidades rupícolas en los paredones calizos. Un enclave intere sante se halla en el mismo valle del Guadalopillo, a la altura de la Venta del Cuerno. donde el quejigo se encuentra mezclado con otras especies mesófilas y con carrasca, adquiriendo la vegetación un carácter submediterráneo en un paraje de alto interés paisajístico.

Otros lugares con gran variedad botánica son el conocido Salto del Pozo y los estrechos del Barranco de Baticambras.

Los Pinares

El pinar carrasco típicoes una formación forestal que alcanza una extensión considerable en el cuadrante noroccidental del término de Molinos, conformando las mejores masas en las partidas de Valdemancho, Umbría Negra y Santa Lucía. Corresponden a etapas de sustitución del carrascal mesomediterráneo seco. Pinus halepensis es el más resistente al calor y a la sequía de nuestros pinos mediterráneos, al tiempo que es capaz de colonizar suelos esqueléticos, pedregosos, con escasa capacidad de retención de agua y de carácter muy calizo.

Por ello es importante reconocer su papel como regenerador y colonizador de suelos en condiciones desfavorables incluso para la carrasca, a pesar de ser el resultado de una degradación previa de la vegetación potencial y de la escasa personalidad ecológica de este pino.

Conviene resaltar el alto grado combustible de estos pinares, que forman poco humus, siendo abundantes las especies inflamables en un ambiente muy xérico. La vulnerabilidad ante el fuego, el agente más destructivo de esta comunidad, se puso de manifiesto en los incendios que sufrió el pinar de Las Viñuelas en 1980 (20 Has. quemadas) y 1984 (9 Has.), y el de Valdemancho y Centenera en 1983 (589 Has, de monte alto de pinar y 486 Has. de matorral), de lo que aún quedan restos visibles.

Además del pino carrasco, encontramos en el término de Molinos dos especies más de pinos.

Vista_de_Valdemanco

El pino laricio(Pinus nigra), caleícola también, presenta sin embargo una menor termofilia y mayor exigencia en humedad, por lo que se sitúa generalmente a una altitud superior que el carrasco, ya en ambientes supramediterráneos. Cuando cohabita con aquél (en nuestra área de estudio suele aparecer esporádicamente en el pinar carrasco), el pino laricio ocupa preferentemente las umbrías y suelos con mayor humedad edáfica, como se aprecia en las laderas del valle del Guadalopillo.

Aunque no encontramos en Molinos masas bien conformadas de pinar de laricio, sí pueden observarse en las parameras de Vaidrigüel y alto de Baticambras algunos ejemplares añosos aislados, como testigos mudos de la extensión que en su día pudieron alcanzar.

El pino rodeno o negral(Pinus pinaster) es escaso en el área de estudio. De apetencias silicícolas y menos termófilo que el carrasco (aunque no sube tanto en altitud como el laricio), lo hallamos en suelos un tanto descalcificados: sobre arcillas en el fondo de las vales (es el caso de la pequeña masa que existe en Valellas, ocupando antiguos campos abandonados), sobre arenas albienses o sobre conglomerados terciarios.

Los Coscojares

La coscoja (Quercus coccfera) es un arbusto que se mantiene verde todo el año, de hojas coriáceas, brillantes y espinosas en la terminación de los nervios, lampiñas por las dos caras y de color verde intenso, lo que la diferencia fácilmente de la carrasca.

Como ya ha quedado expuesto anteriormente, los coscojares juegan en nuestro territorio un papel dinámico al constituir la oria arbustiva de los carrascales secos mesomediterráneos, ocupando su espacio cuando son degradados. Las extensiones más importantes se encuentran en el sector septentrional, en áreas de antiguos carrascales o en los claros de éstos. También ha prosperado la coscoja como etapa posterior al incendio del pinar de carrasco, según vemos en la umbría del Barranco de Azcón, donde ha demostrado su capacidad de producir renuevos tras el fuego.

Acompaña a la coscoja con frecuencia el espino negro (Rhamnus lvcioides), especialmente sobre suelos pedregosos de solana. Fundamentalmente son especies heliófilas las que forman parte del coscojar, como el torvisco (Daphne gnidiurn), planta tóxica que indica antiguos incendios, la fresnilla (Dictamnus hispanicus), la jarilla (Helianthemum myrtifoliuin), la digital negra (Digitalis obscura), la euforbia (Euphorhia minuta), el camedrio(Teucrium chamaedrys), y especies que también veremos en el romeral, como la común bufalaga (Thyrnelaea tinctoria), el roniero (Rosmarinus officinalis), el espliego (Lavandula latifolia), etc.

El estrato herbáceo, aunque escaso, está ya dominado por el ubiquista Brachypodium retusum.

Es evidente que la presencia de la carrasca y del pino carrasco en el coscojar son frecuentes en la medida en que ocupan el mismo nicho ecológico.

El Sabinar

La sabina negral o mora (Juniperus phoenicea) también constituye comunidades permanentes sobre escarpados y litosuelos calcáreos donde la fuerte pendiente y la falta de horizontes edáficos impide la entrada de una comunidad más evolucionada. Son formaciones de matorral muy aclarado, a los que se suelen asociar Juniperus oxycedrus, Rhamnus lycioides y esporádicamente Atnelanchier ovalis. Ejemplos de estos sabinares los tenemos en las laderas de solana más abruptas de Valdrigüel y Baticambras o en algunos crestores calcáreos de las proximidades del mismo Molinos.

En ocasiones la sabina negral se comporta también como fisurícola, instalándose en fisuras o rellanos de los paredones calcáreos de los barrancos, entrando en contanto con comunidades propiamente rupícolas. En altitud el enebro común (Juniperus communis subsp. hemisphaerica) sustituye al oxicedro y entran otras especies de carácter supramediterráneo; en este ambiente la sabina negral coloniza preferentemente suelos esqueléticos de topografía plana.

Sabina-negra

Romeral

Como ya quedó de manifiesto con anterioridad, el romeral es una formación serial producto de la degradación del encinar seco mesomediterráneo. La gran extensión de estas comunidades subarbustivas indica la brutal agresión que éste ha sufrido y la incidencia que sobre el paisaje vegetal ha tenido la presión humana a través de los siglos debido a deforestaciones, incendios, sobrepastoreo, etc.

Este matorral serial de Rosmarino-Ericion se encuentra dominado por el romero (Rosmarinus officinalis), con escasa participación de otras especies propias del carrascal.

El romero es una mata leñosa siempre verde que suele superar el medio metro de altura, alejando así sus hojas y brotes del suelo frío en invierno y excesivamente caldeado en verano.

romero

 Segrega esencias protectoras, refleja parte de la luz, y puede soltar algunas hojas para reducir la transpiración en verano; las lluvias equinocciales rejuvenecen la planta, que saca nuevas hojas y florece para recibir así las abejas polinizadoras.

El romeral ocupa sustratos ricos en bases y suelos más o menos decapitados, lo que es generalizable para la mayor parte del territorio de Molinos. Resulta constante la bufalaga o bocha (Thytnelaea tinctoria), mata leñosa muy abundante que ha tenido numerosos usos tradicionales (como tinte amarillo, como purgante, como combustible, etc.) 

El enebro de miera (Juniperus oxyced rus) encuentra también un ambiente apropiado en estos espacios soleados, abiertos y secos, al igual que el «romero macho» (Cistus ciusii), mata termófila bastante frecuente en este romeral, con flor de jara blanca y los tallos y hojas muy parecidos al romero, por lo que fácilmente puede confundirse con éste cuando no se encuentra en floración.

Con mayor o menor asiduidad según localidades, aparecen también aliagas (Genista scorpius), tomillos (Thymus vuigaris), espliego (Lavandula latifolia), jarillas (íJelianthemum myrtifaliurn), rabo de gato (Sideritis sp.), siempreviva de monte (Helichrysurnstoechas), cardo yesquero (Echinops ritro), ,4ristolachia pistolachia, Ononis nlinutissilna, Alyssum serpyllijbliuin, Lithosperrnum .truticosum, Fuínana cricoides, Centauriam quadrifolium, Coris inonspeliensis, etc. El estrato herbáceo es muy escaso, siendo muy común y abundante el lastón o farolillo (Brachypadiuin retusum).

A partir de los 1.000 metros de altitud aproximadamente el romeral comienza a refugiarse en las ubicaciones de solana y en situaciones más favorecidas topoelimáticamente, dando paso a salviares y espliegares a medida que alcanzamos las parameras más elevadas del término, aspecto éste que se pone de manifiesto, por ejemplo, en el transecto de El Hocino al Mas de Manzaneras.

Lastonar

Cartográficamente hemos diferenciado una comunidad dominada por la aliaga (Genista scorpius), que se extiende fundamentalmente por las laderas ¿¿sobre todo en orientación de umbría?? próximas al núcleo de población y valles con mayor actividad agropecuaria.
Se trata de campos de cultivo abandonados y áreas sometidas a un pastoreo constante que regularmente sufren quemas de este matorral para favorecer la regeneración del pasto. Como indica P. Montserrat (1988, 233), la aliaga Genista scorpius es especie que requiere a la oveja para diseminar y nacer después de la escarificación intestinal.

De modo que esta comunidad, de evidente carácter antropozoógeno, ocupa una franja de transición entre los pisos meso y supramediterráneo, en la que entran especies propias de ambos pisos en función de su ubicación además de otras plantas favorecidas por el uso ganadero.

Junto a esta leguminosa dominante es frecuente también Astragalus incanus. Entre las gramíneas destaca el común lastón (Brachypodium retusum), así como Carex hallerana, Aphyllanthes monspeliensis, Koeleria vallesiana, Poa bulbosa, Stipa sp., etc.

Bosques y sotos

Entre la vegetación edafófila destacan los sotos y bosques de ribera que se desarrollan a lo largo del río Guadalopillo y sus principales barrancos afluentes con cursos de agua más o menos continuos. Esta vegetación riparia ha sido muy modificada por el hombre a lo largo de la historia, aprovechando sus suelos fértiles para convertirlos en huertas y regadíos e instalando su vivienda en las proximidades de los mismos.

Un rasgo fundamental de la vegetación de ribera es su disposición catenal respecto al cauce, de modo que, grosso modo, podemos diferenciar dos bandas paralelas al río, entre éste y la vegetación climácica normal, aunque dado el estado de degradación actual es difícil apreciar este matiz.

En inmediaciones con el cauce, en contacto con el agua, se sitúan las saucedas, muy exigentes en humedad. Son formaciones densas de sargatillo (Salix eleagnos suhsp.angustifolia) encontramos en el tramo inferior del Guadalopillo. Le suelen acompañar comunidades de juncales y carrizales prácticamente en contacto con el agua.

El-Baño-balsa

Encharcadas

Entre la vegetación edafófila destacan los sotos y bosques de ribera que se desarrollan a lo largo del río Guadalopillo y sus principales barrancos afluentes con cursos de agua más o menos continuos. Esta vegetación riparia ha sido muy modificada por el hombre a lo largo de la historia, aprovechando sus suelos fértiles para convertirlos en huertas y regadíos e instalando su vivienda en las proximidades de los mismos.

Un rasgo fundamental de la vegetación de ribera es su disposición catenal respecto al cauce, de modo que, grosso modo, podemos diferenciar dos bandas paralelas al río, entre éste y la vegetación climácica normal, aunque dado el estado de degradación actual es difícil apreciar este matiz.

En inmediaciones con el cauce, en contacto con el agua, se sitúan las saucedas, muy exigentes en humedad. Son formaciones densas de sargatillo (Salix eleagnos suhsp.angustifolia) encontramos en el tramo inferior del Guadalopillo. Le suelen acompañar comunidades de juncales y carrizales prácticamente en contacto con el agua.

La segunda línea del bosque ribereño corresponde en nuestra área de estudio a una chopera formada por un estrato arbóreo de Populos nigra, al que acompañan, cuando la formación no está muy degradada, sargas (Salix purpurea), nogales (Juglans regia), muchos de ellos introducidos por el hombre, latoneros (Celtis australis), y algunos escasos álamos (Populos alba) en el tramo más bajo del Guadalopillo, así como también olmos (Ulmus minar), atacados por la nefasta grafiosis agresiva.

En situaciones favorables encontramos asimismo un estrato de arbustos altos, entre los que cabe mencionar el cornejo (Cornus san guinea), aligustre (Ligust ruin vulgare), saúco (Sambucus nigra), y una serie de lianoides como Hedera helix, Clematis vitalba y Lonicera periclymenum.

Como oria espinosa podemos citar Rubus ulmifolius, Crataegus monogyna y Rosa sp.; entre los herbazales húmedos de los aledaños encontramos Lyth ruin salicaria, Trijblium pratense, Ranunculus repens, Brachypodium sylvaticum, Epilohium hirsutum y E. parv(ílorum entre otras, con presencia también de algunas especies nitrófilas como consecuencia de la intervención humana.

Rupicolas

Hemos comentado ya la existencia de comunidades permanentes de coscoja y de sabina negral en escarpes y laderas abruptas con suelos esqueléticos, las cuales entran en contacto con las comunidades propiamente rupícolas. Pero donde mejores ejemplos de estas últimas se pueden contemplar es en los cinglos y paredones calcáreos que sortean los barrancos más angostos y profundos del término.

Detectamos un importante número de plantas fisurícolas, particularmente interesantes desde el punto de vista ecológico, entre las cuales destacan Sarcocapnos enneaphylla, Draba hispafice, Potentilla caulescen,s, Globularia repens, Poly gala rupestris, Sedum sp., y Saxífraga sp.

plantas fisurícolas

A lo largo de las repisas de las paredes rocosas excavadas por el Barranco de San Nicolás, en un ambiente rupícola húmedo, observamos una serie de especies vegetales, algunas de ellas instaladas merced a la proximidad de la población o provenientes de antiguos cultivos: Hedera helix, Populus sp., Cornus san guinea, Celils australis, Laurus nobilis, Sambucus ebulus, Rubus ulinifolius, Ficus carica, etc.

En los muros de viejas construcciones y en pedregales de origen humano en las inmediaciones del pueblo encontramos con frecuencia parietarias (Parietaria judaica), alhelíes amarillos (Cheiranthus cheiri), planta ésta que se ha subespontaneizado a partir de antiguos cultivos ornamentales, y Chaenorhinum origaniJblium subsp. cadevaliii, entre otras.

Por ser muy conocido por su uso en medicina popular y como infusión podemos mencionar cité de roca (Jasonia glutinosa), localizable en las fisuras y repisas rocosas secas y soleadas. La común manzanilla amarga (San tolina chamaecyparissus), aunque suele habitar terrenos baldíos y márgenes de caminos, con frecuencia escala también roquedos junto a las especies estrictamente rupícolas.

Conclusión Flora

El paisaje vegetal de Molinos puede calificarse, en lineas generales, como propio de un ambiente bioclimático mediterráneo, pero con un claro componente de transición montano-continental que le proporciona cierta diversidad y riqueza fiorística, a pesar de su escasa extensión territorial. Esta variedad de la vegetación viene motivada también por una considerable riqueza en biotopos, muy distintos entre sí: desde las riberas de los cursos fluviales a los ambientes rupícolas, pasando por los acusados contrastes entre umbrías y solanas o entre barrancos profundos y los llanos de las parameras.

Su localización en un área de transición entre los pisos bioclimáticos meso y supramediterránco le confiere un especial interés geobotánico, ya que se observan comunidades propias de ambos pisos y situaciones de ecotonía no siempre fáciles de definir. Aunque el dominio climácico de la mayor parte del territorio de Molinos es el encinar-carrascal de Quercus rotundif olia, existe también una amplia gama de formaciones y comunidades vegetales muy diversas: pinares carrascos, romerales, matorrales de espliego y erizón, coscojares, quejigares, bosques de ribera, comunidades rupícolas, etc., que denotan distintos ambientes y biotopos, al tiempo que diferentes grados de antropomorfización del paisaje vegetal.

La dinámica de la vegetación climatófila de nuestra área de estudio la sintetizamos en el siguiente esquema, donde recogemos la secuencia de las etapas de sucesión en el proceso de regresión/reconstrucción del paisaje vegetal.

Al estudiar y describir la vegetación de Molinos hemos constatado el alto nivel de degradación al que se ha llegado tras siglos de uso y abuso del territorio por el hombre.

Es el paisaje vegetal un elemento medioambiental que merece, a partir de ahora, mayor atención por parte de todos, especialmente por los gestores de la ordenación del territorio, ambientalistas, naturalistas, comunidad científica y, en general, amantes de nuestro patrimonio natural. En este sentido, es preciso crear una conciencia medioambiental y de respeto a la Naturaleza que alcance a todos los sectores de la población; pero para amarla y respetarla es necesario conocerla previamente, y en esta linea didáctica va encaminada la pequeña aportación que constituye este estudio.

Glosario Flora

A – D

Aciculifolio: Con hojas en forma de aguja, muy estrechas y de larga longitud en relación con las dimensiones de la sección transversal, como las de los pinos, enebros, etc.

Acidófilo: Vegetal o comunidades vegetales que viven o requieren suelos de reacción ácida.

Amplitud térmica: Diferencia entre la temperatura media del mes más cálido y la temperatura media del mes más frío.

Arvense: Vegetación que se introduce y establece en los terrenos de cultivo o en sus proximidades, acompañando a las plantas cultivadas como «mala hierba».

Asociación: Unidad fundamental y básica de la fitosoeiología. Se trata de un tipo de comunidad vegetal que posee unas peculiares cualidades florísticas (especies características y diferenciales), ecológicas, biogeográficas, dinámicas e históricas.

Basófilo: Vegetal o comunidades vegetales que se desarrollan de modo exclusivo o preferente en suelos de reacción básica.

Biocenosis: Comunidad de organismos vivos (animales y plantas) entre los que existen unas interdependencias bioecológieas, que ocupan un territorio bien definido (biotopo) manteniéndose en un estado de equilibrio dinámico.

Biotipo: Formas de adaptación morfológica de las plantas segón su adaptación y comportamiento durante la estación desfavorable.

Biotopo: Espacio natural caracterizado por unas determinadas condiciones ambientales.

Calcícola: Se dice de plantas y comunidades que prefieren o exigen sustratos calcáreos, ricos en carbonato cálcico.

Caméfito: Planta que se adapta a la estación desfavorable con una reducción de sus partes aéreas: las yemas de reemplazo se sitóan a poca altura por encima del suelo (menos de 25 cm.), de modo que pueden quedar protegidas de los grandes fríos por un manto de nieve o de hojarasca.

Catena: Zonaeión de comunidades vegetales contigoas ordenadas en función de algún factor ecológico cambiante (temperatura, humedad, topografía, etc.).

Climácico: Relativo a la climax.

Climatófila: Dícese de la vegetación que se instala teniendo en cuenta las condiciones bioclimáticas y edáficas normales.

Climax: Etapa final en la sucesión de comunidades vegetales, la cual representa la estructura más compleja y mejor adaptada a las condiciones ambientales de un territorio.

Cliserie altitudinal (o zonación altitudinal): Distribución de la vegetación en pisos o cinturas en función de la temperatura cambiante con la altitud.

Comunidad vegetal: Conjunto más u menos homogéneo de plantas que conviven en un determinado medio definido ecológicamente.

Coriáceo: De aspecto semejante al cuero, de consistencia recia aunque algo flexible.

Cosmopolita: Especie cuya distribución territorial ocupa un área muy extensa. Se opone a endemismo.

Durilignosa: Formaciones de bosques y matorrales mediterráneos, según la nomenclatura clásica para describir la vegetación desde el punto de vista fisonómico-ecológico (según Brockmano-Jcrosch y Rtibel).

E – N

Ecosistema: Sistema complejo formado por una trama de elementos físicos (biotopo) y biológicos (comuoidades de organismos o hiocenosis).

Ecotonía (o ecotono): Zona de transición entre dos biocenosis.

Ecotopo: Area mínima vital en la que se presentan unas condiciones homogéneas de vida en armonía y equilibrio dinámico con el entorno físico en ci que se desarrollan.

Edálico: Relativo al suelo.

Edafófila: Vegetación que se instala atendiendo a unas particulares condiciones en el suelo (por ejemplo, presencia de cursos de agua, zonas encharcadas, roquedos, etc.), constituyendo formaciones que rompen la uniformidad de las series climatófilas.

Endemismo: Especie, género, etc., que vive exclusivamente en un determinado lugar (cordillera, país, isla, etc.).

Esciófilo: Dícese de las plantas que requieren sombra.

Esclerófilo: Aplícase a los vegetales de hojas duras, persistentes y coriáceas, en correspondencia con la adaptación a climas mediterráneos.

Etapa de sustitución (o etapa serial): Cada una de las fases de degradación de la cubierta vegetal natural; cualquier estadio que sustituye o antecede a la climax.

Eurosiberiano: Perteneciente al círculo de vegetación que comprende la mayor parte de Europa, excluyendo la banda más septentrional y el área mediterránea.

Fisurícola: Planta especializada en ocupar las fisuras de las rocas duras y compactas (en nuestro caso calizas).

Fitocenosis: Parte vegetal de la biocenosis.

Fitosociología: Como parte de la Geobutánica, es un método y una clasificación sistemática cuyo objeto son las comunidades vegetales y cuya unidad básica es la asociación.

Hábitat: Estación donde viven las plantas y sus comunidades; conjunto de factores ecológicos que afectan al mundo vegetal circunscrito a una localidad concreta.

Heliófilo: Se dice de las plantas que requieren sol.

Higrófilo: Plantas y comunidades vegetales que apetecen y viven en medios muy húmedos.

lntrogresión: Presencia de una comunidad en el seno de un territorio ajeno gracias a modificaciones locales del medio o como residuo de conquistas pasadas.

Lampiño: Se aplica al órgano vegetal que carece de pelo o vello. Sinónimo de glabro.

Lastonar: Formación dominada por especies vivaces de la familia de las gramíneas.

Marcescente: Arbol o arbusto cuyas hojas se secan en una época del año (otoño-invierno), permaneciendo así sobre la planta un período de tiempo más o menos prolongado, antes de caer y renovarse de nuevo en primavera. Sinónimo de semicaducifolio.

Niesólilo: Se aplica a las plantas y a las comunidades propias de condiciones de vida medias en cuanto a temperaturas y disponibilidad de humedad, más concretamente de climas templados de verano húmedo o no muy seco.

Nicho ecológico: Area de distribución de una especie vegetal y espacio funcional de la misma dentro de la comunidad a la que pertenece.

Nitrófilo: Plantas y comunidades que apetecen terrenos enriquecidos en nitratos, como escombreras, basureros, bordes de caminos, cultivos, sesteaderos de ganado, etc.

O – X

Ombroclima: Parte del clima que se refiere a las lluvias o precipitaciones.

Paisaje vegetal: Conjunto de comunidades vegetales coincidentes en el espacio y en el tiempo, cuya presencia responde a unos determinados condicionantes.

Paramera: Zona más o menos llana y alta cuya vegetación muestra adaptaciones xéricas por la fuerte radiación, sequedad ambiental, viento, etc.

Perennifolio: Arboles y arbustos verdes todo el año.

Piso de vegetación: Cada uno de los complejos de comuni dades vegetales que se suceden en una cliserie altitudinal.

Pulviniforme (pulvinular): Que tiene forma semiesférica y está apretado (sinónimo de almohadillado).

Ripario: Relativo a las riberas fluviales.

Ruderal: Vegetación que aparece espontáneamente en escombreras, basureros, caminos y lugares de paso de hombres y animales, sobre suelos con alto contenido en nitratos.

Rupícola: Relativo a los roquedos.

Silicícola: Plantas y comunidades vegetales que habitan en suelos silíceos.

Sinfitosociología: Ciencia ecológica basada en la Fitosociología clásica que estudia los complejos de comunidades vegetales relacionados entre sí por el mismo proceso de sucesión. Su unidad es el sigmetum o sinasociación.

Soto: Bosque ribereño o de vega.

Submediterránea: Vegetación que habita en unas condiciones intermedias entre las comunidades de perennifolbs esclerófilos, propiamente mediterráneas, y las eurosiberianas de carácter caducifolio.

Sucesión: Proceso natural por el que se sustituyen unas comunidades vegetales por otras dentro de la misma unidad de lugar. Puede tratarse de sucesión progresiva (la que conduce hacia la clímax) o de sucesión regresiva (la contraria).

Termoclima: Parte del clima que se refiere a las temperaturas.

Termófilo: Se aplica a las plantas y a las comunidades que encuentran su óptimo en climas o lugares cálidos.

Tomentoso: Dícese de la planta o del órgano que están cubiertos de pelo.

Ubiquista: Especie dotada de gran plasticidad ecológica, capaz de adaptarse a medios muy variados y ocupar, en consecuencia, un gran número de biotopos dentro de su área.

Xérico: Se dice de los hábitats de las plantas caracterizados por condiciones de sequedad muy acusadas.

Xeromorfismo: Se aplica a los vegetales, a sus órganos y a las comunidades que muestran adaptaciones en su forma y estructura para vivir en medios xéricos, donde encuentran su óptimo.